Nuestro pueblo, como sabe mi querido lector, se encuentra a los pies de la hermosa Sierra de Cabra, epicentro de la Subbética cordobesa, y donde localizamos el bello paraje llamado la “Fuente del Río", tradicionalmente uno de los rincones más admirados y visitados de nuestra ciudad.
Los diferentes manantiales de este sitio, se encuentran en la base de un enorme promontorio rocoso calizo, de donde brota un agua purísima y fresca. Este rincón que se puede definir como un lindo y primoroso enclave natural, muestra preciosos arriates y es nacimiento de un importante río, que en los años de abundantes lluvias se conforma por numerosas y alegres cascadas, cuya música alegra los sentidos.
Además a unos metros del espacio de nacimiento del río Cabra, hay también otros manantiales de la misma agua cristalina y pura, como los existentes a las cercanas Piscinas Municipales, que alimentan, como si fueran primero afluentes al joven río Cabra y con el que reúnen un caudal que marcha en dirección sur.
En su curso se van derramando aguas de otros riachuelos y al mismo tiempo se van regando las hermosas huertas, que le acompañan durante todo este recorrido hasta llegar a un “no muy grande” pantano llamado “Cordobilla”, que creo estaba cedido a la Cía Sevillana de Electricidad. Después de “dormir” un tiempo en dicho pantano, para alegría de los aficionados que hemos pescado más de una vez allí alguna que otra trucha, transcurre nuestro río en un lento caminar hasta que se diluye en el Genil, adentrándose posteriormente por tierras de la sevillana ciudad de Écija.
Al principio, como digo anteriormente, recibe infinidad de otros pequeños riachuelos, pero hay algunos hermanos mayores como son el Santa María, Alamedal, Góngora y varios más que al final de su cansado recorrido, definitivamente, van a confluir hasta el histórico Rio Guadalquivir, que en árabe significa “río grande”.
Pero todos mis paisanos saben que a unos 200 metros del manantial principal de la Fuente del Río, en aquel sitio que se conoce con el nombre de la Fuente-Vieja, en años normales no sale agua… pero en años abundantes de las deseadas lluvias, se comporta o sirve de “termómetro” a las gentes sencillas para saber que se trata de un buen año de agua. Este curioso termómetro hídrico se completa cuando en el manantial llamado de “la Virgen”, también salen abundantes chorros de agua a diferentes alturas en pequeñas cascadas.
Pues bien, estas circunstancias descritas hizo que un prohombre egabrense, de origen levantino, llamado Don Alfonso Santiago Contreras llegara a desarrollar una curiosa teoría, que consistía en explicar que el agua que brota en la Fuente del Río en realidad se encontraría embalsada en un inmenso lago que tenía que haber en las mismas entrañas de esa montaña que se eleva sobre este parque, origen de la mayoría de todos los manantiales.
Al principio, como digo anteriormente, recibe infinidad de otros pequeños riachuelos, pero hay algunos hermanos mayores como son el Santa María, Alamedal, Góngora y varios más que al final de su cansado recorrido, definitivamente, van a confluir hasta el histórico Rio Guadalquivir, que en árabe significa “río grande”.
Pero todos mis paisanos saben que a unos 200 metros del manantial principal de la Fuente del Río, en aquel sitio que se conoce con el nombre de la Fuente-Vieja, en años normales no sale agua… pero en años abundantes de las deseadas lluvias, se comporta o sirve de “termómetro” a las gentes sencillas para saber que se trata de un buen año de agua. Este curioso termómetro hídrico se completa cuando en el manantial llamado de “la Virgen”, también salen abundantes chorros de agua a diferentes alturas en pequeñas cascadas.
Pues bien, estas circunstancias descritas hizo que un prohombre egabrense, de origen levantino, llamado Don Alfonso Santiago Contreras llegara a desarrollar una curiosa teoría, que consistía en explicar que el agua que brota en la Fuente del Río en realidad se encontraría embalsada en un inmenso lago que tenía que haber en las mismas entrañas de esa montaña que se eleva sobre este parque, origen de la mayoría de todos los manantiales.
Y sostenía Alfonso Santiago, que si se pudiera horadar esta montaña, veríamos con nuestros propios ojos... una grandiosa, y hermosa cueva que serviría de cobijo a un gran lago.Y buena prueba de ese hecho sería comprobar las salidas del agua por sus manantiales a diferentes alturas, según fueran años de más o menos de abundancia de lluvias.
Existen en Andalucía varias cuevas abiertas al público que reciben un millón de visitas al año, de lo que se llama turismo subterráneo. Un recurso natural que nos ofrece un especial punto de vista sobre las entrañas del territorio que pisamos y que en nuestra comarca tiene la consideración de Geoparque de Europa.
Como es lógico pensar, esta aventura de excavar en la montaña, que podíamos denominar como “mágica”, nunca sería posible, las autoridades no lo permitirían ya que el agua, es “muy caprichosa” y podría ocurrir que el nacimiento de esta riqueza de agua se fuera para otros puntos y dejara a nuestro pueblo huérfano de esta bendición que el buen Dios ha proporcionado a todos los egabrenses.
Así pues, fuera cierta o no, la teoría de Alfonso Santiago sobre la existencia de un gran lago subterráneo capricho de las formaciones kársticas en el paraje de la Fuente del Río, que se convirtiera en una gran atracción turística, a mí me suena interesante y como me lo han contado yo lo cuento…
Y es que no podemos negar que la idea de poder penetrar en las entrañas de la Sierra, madre que nos bendice con el“oro transparente” de su agua, y poder descubrir esa supuesta e inmensa cueva y lago subterráneo, cual milagro de la naturaleza, es cuanto menos extraordinariamente sugerente...