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viernes, 24 de julio de 2015

Ferias y Fiestas en Alcazarquivir

Pequeñas Historias del Marruecos Español (VI) 


Hoy vuelvo a retomar otro artículo sobre mis Pequeñas Historias en el antiguo Protectorado de Marruecos, que espero sean del agrado de mis amables lectores.

Y es que con gran sorpresa, hace unos días entraba en Internet en una página denominada “Amigos de Alcazarquivir” y en su sección fotográfica me reconozco en una foto con un grupo de amigos y amigas, a orillas del río Lucus. Resulta que la referida foto fue realizada con mi vieja máquina Paxette y, por tanto, tenía mucha curiosidad por contactar con la persona del citado grupo que la ha publicado.


Las historias que hoy cuento están relacionadas con una feria que se celebró en Alcazarquivir, al estilo de una feria andaluza, como nuestras fiestas de pueblo, pero que no era lo más corriente por aquellas tierras marroquíes. No era normal que en aquellos lares, las chavalas se vistieran de “gitanillas”; y sin embargo, algunas se vistieron en esa rara ocasión  

Esto ocurría en el año 1953, y recuerdo que una de las personas importantes en su organización  fue mi querido y buen amigo Paco Cazenave, probo funcionario de Hacienda que prestaba sus servicios en la Intervención Comarcal de Alcazarquivir. Este amigo, quiero recordar, fue el pregonero en dicha feria y lo hizo a lomos de un magnífico caballo, vestido a la usanza de la Edad Media y leyendo un pergamino que daba principio a los festejos.


En estas fiestas no faltaban los “cachivaches” propios de feria, caballitos, norias, puestos de turrón, coches de tope o “coches locos”. Por cierto que me gasté mis buenas pesetas en estos cacharros con las amigas de la “pandilla”, que son las que he reconocido en la referida fotografía, al principio aludida, veo a mi buen amigo Emilio, dependiente en la Farmacia de Albarracín de Alcazarquivir, a las señoritas Parra, Cohen, Isabel Alguacil, Conchita Casaus y su hermana Pili. También me observo yo en el extremo de la foto, pero no veo a mi amigo Rubén Peral, soldado como yo, de la Mejaznía y que posiblemente fue el que tomó la foto; este buen amigo era de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), al que le mando un abrazo desde esta página.


También me viene a la memoria, de aquellos días festivos, que cuando iba  paseando por la Avda. Sidi Bugaleb, por la acera del Hotel España hacia el centro de la ciudad, al pasar por el patio o zona recreativa de un Grupo Escolar o sede de las Juventudes de Falange, vi a un joven forastero observando a chavales que estaban jugando al fútbol, y con gran sorpresa creí reconocerlo. Era un paisano mío, llamado Marcial, entonces “cantaor” de flamenco conocido como “Marcialillo o Manolito de Cabra”, y que actuaba en la Compañía de Variedades “Kary Mayer y Mery Dugam”, que aquella noche debutaba en el Gran Teatro Astoria, teatro-cine muy querido por todos los residentes españoles de Alcazarquivir.


Después de darnos un efusivo abrazo, mi paisano se extrañó de verme por aquellas tierras africanas, y nos fuimos para el teatro donde actuaba aquella noche, donde me presentó a varios compañeros artistas de la compañía. 

Ni que decir tiene, que vi la actuación entre bambalinas, que resultó un gran éxito. Luego nos fuimos a tomar unas copas en el Café Alhambra, en Casa de Barranco, en “El Plata”. Porque Marcial, aparte de buen cantaor, era muy ocurrente y un tipo muy gracioso y alegre. Algo más tarde nos despedimos, él para continuar al día siguiente  su “turné” por todo Marruecos, como el  nuevo “Niño de Cabra” que tanto prestigio dio a nuestro pueblo, y yo me dirigí hacia el Hotel España, que era mi domicilio, cuyo propietario era mi querido y recordado Tío Felipe, hermano de mi madre...    


domingo, 19 de julio de 2015

VENDEDORES AMBULANTES y OFICIOS DESAPARECIDOS


Los tórridos veranos en Cabra, en mi casa de la Fonda Guzmán, los pasábamos en el portal, que era el sitio más fresco.

Por la siesta, allí ponían la tertulia parte de los hospedados, entre ellos mi cuñado Rafael Mesa Fernández, Francisco Llamas, Niceto Diana, Fernando Andrade, Alejando Navarrete, Manuel Gálvez, y parte de la familia, como mis hermana y hermanos: Carmen, Pablo, Isabel, Manolo, y algunos más.


Yo acostumbraba de vez en cuando a llevarles vasos de agua… vasos limpísimos de agua cristalina, que manaba las 24 horas por el caño de la fuente del patio, que era un simple tubo metálico, sin grifo ni demás “zarandajas” de corte, y  que para que no sonara tenía una tabla en declive o una cuerda que atenuaba el ruido del chorro de agua.

Y entonces sucedía. A media tarde el silencio se rompía con la fuerte y sonora voz de nuestro querido Vicente Verdú,…“el Ché”, pregonando su riquísimo helado, transportado en un carrito de dos rueda con sus brillantes tapaderas de cucurucho resplandeciente como la plata.


Una de sus paradas era en la puerta de la Fonda, en la que entraba a dar las buenas tardes… yo le arrimaba un vaso de fresca agua, que me agradecía, y él nos regalaba con un trozo de canción de zarzuela o de un tango, con su magnífica voz.

A finales del verano y en los primeros meses del otoño, por las calles de Cabra, se escuchaban muchos pregones, que anunciaban productos que llegaban hasta nuestras casas. Entre muchos, estaban: los barquillos de canela, las patatas fritas en bolsas de papel, los amoladores de cuchillos y tijeras con su toque de la típica flauta… y recuerdo uno muy original que ofrecía:

¡¡El barquito que navega con  alcanfor… En un plato o fuente con agua… Él solo y vale una peseta, y… dos, un submarino… día y noche navegandooo!!

En cuanto a oficios que entonces eran muy habituales estaban, las barberías, los zapateros… prácticamente se han perdido o casi perdidos muchos de ellos. Y en Cabra había verdaderos artistas, como los latoneros, las herrerías para calzar herraduras de animales de carga, corseterías, peinadoras a domicilio, silleros... como el padre de mi recordado amigo Vicente Roldán. 


Todos artesanos locales, famosos en toda España, como acreditaban los agentes comerciales, que pateaban todos los comercios del pueblo a diario.

Es comprensible que el devenir de los tiempos se impone; hoy se trata de producir y de economizar, al mismo tiempo. Y por tanto se imponen nuevas formas de ventas, grandes superficies que destrozan al pequeño comercio, o las ventas por INTERNET, un nuevo sistema de compraventa que en los próximos años se impondrá de una forma colosal.