Pequeñas Historias del Marruecos Español (VI)
Hoy vuelvo a retomar otro artículo sobre mis
Pequeñas Historias en el antiguo Protectorado de Marruecos, que espero sean del agrado de mis
amables lectores.
Y es que con gran sorpresa, hace unos días entraba en
Internet en una página denominada “Amigos de Alcazarquivir” y en su sección
fotográfica me reconozco en una foto con un grupo de amigos y amigas, a orillas del
río Lucus. Resulta que la referida foto fue realizada con mi vieja máquina Paxette y, por tanto, tenía mucha curiosidad por
contactar con la persona del citado grupo que la ha publicado.
Esto ocurría en el año 1953, y recuerdo que
una de las personas importantes en su organización fue mi querido y buen amigo Paco Cazenave,
probo funcionario de Hacienda que prestaba sus servicios en la Intervención
Comarcal de Alcazarquivir. Este amigo, quiero recordar, fue el pregonero en
dicha feria y lo hizo a lomos de un magnífico caballo, vestido a la usanza de
la Edad Media y leyendo un pergamino que daba principio a los festejos.
También me viene a la memoria, de aquellos
días festivos, que cuando iba paseando por la Avda. Sidi Bugaleb, por la acera del
Hotel España hacia el centro de la ciudad, al pasar por el patio o zona
recreativa de un Grupo Escolar o sede de las Juventudes de Falange, vi a un
joven forastero observando a chavales
que estaban jugando al fútbol, y con gran sorpresa creí reconocerlo. Era un
paisano mío, llamado Marcial, entonces “cantaor” de flamenco conocido como “Marcialillo o
Manolito de Cabra”, y que actuaba en la Compañía de Variedades “Kary
Mayer y Mery Dugam”, que aquella noche debutaba en el Gran Teatro Astoria,
teatro-cine muy querido por todos los residentes españoles de Alcazarquivir.
Después de darnos un efusivo abrazo, mi paisano se
extrañó de verme por aquellas tierras africanas, y nos fuimos para el teatro
donde actuaba aquella noche, donde me presentó a varios compañeros artistas de la compañía.
Ni que decir tiene, que vi la actuación entre
bambalinas, que resultó un gran éxito. Luego nos fuimos a tomar unas copas en
el Café Alhambra, en Casa de Barranco, en “El Plata”. Porque Marcial,
aparte de buen cantaor, era muy ocurrente y un tipo muy gracioso y alegre. Algo
más tarde nos despedimos, él para
continuar al día siguiente su “turné”
por todo Marruecos, como el nuevo “Niño
de Cabra” que tanto prestigio dio a nuestro pueblo, y yo me dirigí hacia el Hotel España, que era mi domicilio, cuyo
propietario era mi querido y recordado Tío Felipe, hermano de mi madre...