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viernes, 30 de junio de 2017



Mi querido profesor de Geografía e Historia en el Instituto Aguilar y Eslava de Cabra fue don José Arjona. Lo recuerdo como una persona entrañable; siempre amable en su trato con sus alumnos, a pesar de que éramos unos “pequeñajos” de doce o trece años, pero que él trataba como personas adultas.

Sus clases eran de lo más amenas en el Instituto-Colegio; poco a poco nos iba adentrando en su historia que era la nuestra, la de la España, aquella España en la que no se ponía nunca el sol, la de batallas, héroes y descubridores. 

Aunque a mí personalmente, más que la Historia me gustaba la Geografía, viajar por el mundo con la imaginación. Y me encantaba… que casi nunca preguntaba en clase, cosa que, para un niño como yo entonces, era de agradecer.

Han pasado muchos años de compartir momentos con el profesor Arjona y hoy me pregunto... ¿cómo era realmente don José?. La respuesta a esta valoración personal la encuentro en una semblanza que con ocasión de su fallecimiento le hace el entonces semanario local “El Egabrense”, que nos cuenta lo siguiente:

“La Enseñanza en Cabra está de luto, hace cinco días escasos que don José Arjona y López, profesor de Geografía e Historia se ha marchado para siempre. 

Hablar de él, es la síntesis de una época, ya histórica, del Instituto “Aguilar y Eslava” y del “Real Colegio de la Purísima Concepción”. Porque don José fue un gran trozo de su vida, que comenzó siendo un alumno becario, posteriormente regente, luego fue profesor, consiguiendo cátedra y llegó a director, viviendo sus problemas desde el más modesto puesto hasta llegar a regir sus destinos.

Recta y limpia fue su trayectoria y de una vida dedicada a la enseñanza y para la enseñanza; pero fundamentada en un gran cariño y una entrega sin límites proyectada hasta su vida particular. 

Si enseñaba la Geografía, todos sabíamos de su entusiasmo por los viajes; y si era Historia… en ellos disfrutaba de nuestra riqueza histórica y monumental, que tan bien conocía; si se trataba de Arte, su máquina fotográfica o su tomavistas han sabido captar desde el tipismo de nuestra Semana Santa egabrense, hasta la majestuosidad de la Alhambra granadina.

Los que tuvimos la suerte y la dicha de oír sus doctas explicaciones sobre cualquier tema de las asignaturas que explicaba… no podemos olvidar la amenidad, ni la profundidad de sus conocimientos; de unas auténticas conferencias podrían calificarse cada una de ellas. on don José Arjona y López se nos ha ido un trozo de nuestra vida, de nuestra juventud y de nuestros afectos, pero nos queda la gran satisfacción de que allá sin duda en el Cielo seguirá explicando a los coros angélicos, como la auténtica belleza de la Purísima Concepción, Patrona de su Real Colegio”.

No se podría explicar mejor y me congratulo de coincidir en la opinión de que con sus explicaciones en clase, nos quedábamos auténticamente “embobados”. Aunque para boberías, las de algunos de sus alumnos, entre los que también me encuentro, de contabilizar las veces que pronunciaba la palabra “VERDAD”… un curioso latiguillo, con el que conseguía llamar nuestra atención en sus interesantísimas explicaciones. 

Y aún es más, recuerdo que a las clases de don José Arjona no le hicimos ni un día “rabona”, como era la costumbre de nuestra “panda”… ¿verdad compañeros de los cursos años 1942/1943 y sucesivos?...

Solo me resta para poder terminar este modesto recuerdo a uno de mis mejores profesores, saber que don José, en el más allá verá, que a pesar del tiempo transcurrido, algunos de sus alumnos todavía nos acordamos de él.


Quisiera aprovechar la ocasión para felicitar a su nieta, a nuestra amiga en “facebook”, PILI MO, por tener un abuelo de tan extraordinaria categoría humana. Además tengo unos bonitos recuerdos de su madre Pilar, que era de las jóvenes mas lindas de Cabra y de su tío Pablo, con el que compartimos juegos infantiles junto a otros chavales del barrio. 



viernes, 16 de junio de 2017

El Jumate


Hoy me viene a la memoria una historia de cuando éramos niños, allá por los años de 1939 al 45 más o menos. En aquellos años en Cabra había un magnífico industrial, muy trabajador y de una mentalidad muy moderna. Además esta persona de las que le hablo era un Agente Comercial muy calificado y fabricante de gaseosas. Su fábrica, de las más modernas de aquella época, estaba enclavada en la calle Muñiz Terrones números 2 ó 4.




Todas las personas de Cabra... algo mayorcitas se acordarán perfectamente de esta conocida industria.

Eran tiempos en los que en España las marcas de bebidas refrescantes como Coca-Cola o Pepsi eran para la mayoría algo que nos sonaba, poco menos que a chino. Sin embargo, Antonio Ocaña Ramírez, que era el dueño de la fábrica que les refiero, tenía una variedad de gaseosas verdaderamente magnífica: natural, naranja, limón y… aquí viene el objeto de este artículo, un refresco de su invención llamado ¡JUMATE…Mate del Paraguay!

En verdad les digo que era una gaseosa o refresco maravilloso, su sabor era un tanto extraño pero muy agradable al paladar, y es mas, yo diría que “enganchaba”, que gustaba, incluso más de la cuenta. Para mí, que la fórmula tenía mucho que ver con la conocida yerba de mate de los países sur-americanos, como Paraguay, Argentina, Uruguay o Chile.

Los chavales de aquella época lo pueden atestiguar, que uno de los placeres cuando llegaba la Semana Santa o las ferias de Junio y Septiembre era la visita a la Fábrica del señor Ocaña. Una cita obligada y en que degustábamos una o dos botellas de refresco … a precio de fábrica, por una o dos “perras-gordas”, de aquellas de cobre que no eran “moco de pavo”. 

Para mí, de todas las bebidas egabrenses de Ocaña, el referido Jumate, era mi preferida. Y hasta había una melodía para la promoción de esta exquisita bebida, según me cuenta su sobrina Sole...

También me viene a la memoria la existencia de unas curiosas gaseosas que llamábamos de “bolilla”. Estas bebidas se presentaban en unas botellas cristal, que en el cuello tenían como un estrangulamiento, y dentro una pequeña bola de cristal que con la presión del gas del refresco cerraba de forma hermética el envase. Para abrirlo, se introducía el dedo y presionando hacia abajo se desbloqueaba. Un invento muy original y, que entonces me parecía, de bastante acierto. Otro envase muy empleado en esa época era el sifón que contenía agua de seltz.


Para su sobrina Sole Murillo Ocaña, un cariñoso saludo de mi parte a ella y a su esposo, mi buen y viejo amigo Pepe Rodríguez de la Rosa, herederos de aquella nostálgica época, que parecetan lejana en el recuerdo.


Aquel producto que conocimos como JUMATE era, además de una bebida muy completa,  que contenía en cantidades importantes, cafeína, antioxidantes, potasio, aminoácidos y vitaminas... algo que a día de hoy podríamos decir que sería interesante para la salud cardiovascular.

¡¡Así era el JUMATE del Sr. Ocaña Ramírez!!

Nota: La ilustración de la página de prensa sobre la bebida JUMATE, que se reproduce al principio  es gentileza de José Garrido Ortega, al que le agradezco su colaboración.


jueves, 15 de junio de 2017

D. Manuel González-Meneses Jiménez


Don Manuel González-Meneses Jiménez, fue un ilustre Catedrático de Matemáticas, además de farmacéutico. Nació en Almonaster la Real, en la provincia de Huelva en abril de 1883. De allí era su padre, director de Minas en aquella zona, pero cuando tenía pocos meses su familia se trasladó a Sevilla.

Dotado de una inteligencia extraordinaria terminó el Bachillerato con 13 años y la licenciatura de Ciencias Exactas con 18 años, con brillantes notas de sobresaliente. Obtuvo el número uno en las oposiciones para ser Catedrático de Matemáticas de Institutos, eligiendo Huelva como primer destino y donde estuvo durante tres años, y en octubre del año 1903,  vendría por traslado a nuestro Instituto de Cabra.

Convencido de que su llegada a nuestro pueblo sería una situación provisional y con el propósito de marcharse en el primer concurso de traslados que hubiera, aquel joven profesor de matemáticas quedo atrapado por el encanto de nuestro pueblo, y aquí se quedó para siempre.

En 1916, fue nombrado Director del Instituto y Rector del Real Colegio, cargos en la que desarrolló una labor brillantísima, que elevaron a estos Centros a una altura jamás conocida. Se reunieron hasta 240 alumnos internos. 

Tuvo la valiosísima colaboración de un plantel de eminentes catedráticos y profesores y con ellos participaba en frecuentemente conferencias científicas y de arte; se hacían excursiones instructivas; se cuidó la educación musical de los colegiales, con audición diaria de música clásica y moderna; se proyectaban semanalmente películas instructivas, de recreo; los alumnos se bañaban obligatoriamente cada semana; etc… 

Estos y otros modernos métodos didácticos, hoy son corrientes, pero entonces eran desconocidos en España al margen de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid, de los que tomaba inspiración. 

A los 41 años de edad se hizo farmacéutico, curso la carrera por libre en tan solo dos años y abrió en nuestro pueblo una oficina de farmacia y un modesto laboratorio de especialidades.

Fue galardonado con la encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, por méritos a la enseñanza.


Como aficiones cultivó el dibujo a plumilla, realizando obras verdaderamente maravillosas; tocaba el violón con una notable perfección; y en fotografía y en cine aficionado consiguió muy buenos frutos. Puede decirse que destacó como un maestro en todo lo que emprendía, pero por encima de todo, en todo lo que hacía ponía su amor a Cabra, donde falleció en febrero de 1946, cuando aún no tenía 63 años de edad.

Tuve el honor de recibir sus magníficas clases de matemáticas durante el primer Curso de Bachillerato, en el curso 1941/1942 creo recordar. Sus clases eran una gozada, tanto por su forma de impartirlas, como por el hecho de que nos contaba  historias o anécdotas que nos tenían “embobados” durante horas. En realidad aquellos relatos no eran de matemáticas pero se relacionaban, de algún modo con esta materia, que para mí resultaba bastante antipática, pero que con su forma particular de enseñar… eran de mi gusto.

Recuerdo sus costumbres o “manías”, como cuando fumaba en sus clases sus característicos cigarrillos. Hay que decir, que Don Manuel era un fumador de esos que se llamaban de “1ª División”…de tres goles… paquetes de tabaco, que me parece recordar eran de los llamados IDEALES, que venían liados y emboquillados. 

Don Manuel tenía la costumbre de liar encima de cada pitillo un papel de fumar, como si fuera una bandera y, a cada calada, lo miraba conforme se iba consumiendo… paladeándolo con mucha parsimonia y cuando esta banderita se quemaba, entonces, rápidamente, encendía otro cigarrillo.

Los chavales lo veíamos esto como una rareza, pero he pensado después que aquella rutina, quizás sería para evitar la “colilla”, que era creencia, de entonces, que tenía una mayor cantidad de nicotina. 

Don Manuel González-Meneses era un hombre de una inteligencia privilegiada, lo vemos en su biografía que he tomado del semanario “El Egabrense” que su sección dedicada a “Hombres y Mujeres de Ayer y de Hoy” relata detalles de su vida.

Y en mi memoria siempre recordaré su clase, que estaba en el primer patio del Instituto, entrando a la derecha y que ahora es el Patio del Museo. Y en este patio, se situaba también a la derecha, frente a la clase de Dibujo, de don Agustín Pérez-Aranda y el aula de Preparatoria de don Francisco Molina, ambos profesores de aquella añorada época.