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lunes, 6 de septiembre de 2021

Grandes espectáculos de la década de los años 1940.

 


Recordando y…recordando… Me viene a la memoria cuando yo tenía doce o trece años, que vi en Cabra dos espectáculos que no olvidaré. Teniendo en cuenta que a este pueblo han venido los mejores espectáculos que se paseaban por toda España, tanto taurinos, como de teatro, así como grandes zarzuelas, flamenco, etc., etc.

Pero a los dos que al principio cito, no los he vuelto a ver y uno de ellos lo presencié en nuestra centenaria Plaza de Toros, y llevaba por título la “Miss Quincy”.

Aquel memorable espectáculo consistía en lo siguiente: En el mismo centro de la Plaza se erguía una altísima escalera, que calculo, tendría unos 25 o 30 metros de altura. Cogida con unos fuertes vientos en varios de sus lados. En la cumbre de la misma había una plataforma y un trampolín.

Era tan alta que sobresalía de la Plaza de Toros. Daba miedo, parecía tocar el cielo. Al pie de la misma una pequeña piscina circular, que podría tener unos 3 metros de diámetro por 2 metros de altura, llena de agua y… con estos útiles...

¡¡Comenzaba el espectáculo!!.


Los espectadores preferentes, en sillas, y alrededor de esta pista en forma circular en varias filas de ellas. En las gradas de la plaza los espectadores que pagaban un menor precio. A los sones de una música de acordes circenses, aparecía una bella señorita en bañador, con una capa por encima de sus desnudos hombros.

Antes, los ayudantes habían rociado el agua de la piscina con latas de gasolina o petróleo. La joven bañista se acerca al pie de la escalera, se quitaba con parsimonia la capa, y comienza a subir muy despacio por aquella altísima escalera, todo muy pausadamente…

En pocos minutos llega hasta la altura del trampolín y saludaba al público que la mira expectante y que la contemplan en silencio y embargados de temor...

Un redoble de tambores... aviva el suspense. Entre tanto se apaga la luz en toda la Plaza, los ayudantes prenden fuego al agua de la piscina y…. ante este panorama fantasmagórico con un solo foco, que ilumina a la bañista.

Transcurridos unos minutos, la bella señorita se lanza al vacío de cabeza y cae espectacularmente en el agua con el fuego intenso de la pequeña piscina... ¡E inmediatamente , sale hacia afuera entre agua y llamas!.

La señorita Miss Quincy emerge en el agua alzando la cabeza sonriente. El público entusiasmado premia a la artista con fuertes aplausos y respirando los espectadores, ya tranquilos, las luces se encienden.

Sale del agua la señorita Miss Quincy y entre la ovación del público, saluda y termina el espectáculo.


El otro gran evento de mi recuerdo se daba en el desaparecido Teatro Principal de la Empresa Guerrero. Se trataba de un bonito número de animales amaestrados y que se titulaba, si mal no recuerdo: ”Los Perros albañiles”.

En él unos cuantos perritos de diferentes razas y tamaños tenían que construir la fachada de una casa con ladrillos, que al parecer  eran de goma o de otro material parecido. 


La actuación consistía en que los perros iban acarreando los materiales, mientras otros los transportaban en varios carritos, de uno a otro lado del andamio y los iban colocando apilados con la forma de la fachada de una casa. Con puertas, ventanas, rematados por un tejado.

De pronto ocurre algo inesperado. Un pequeño perrito cae del andamio, al parecer mal herido y queda tendido en el suelo, inmóvil… Los compañeros acuden en su ayuda, y de pronto se presenta un carro tocando una campanita… Era una Ambulancia, en la que perros enfermeros suben a la misma al perrito herido y… se supone lo llevan al hospital “Perruno”.

De esta forma se terminaba este divertido espectáculo, con el aplauso de un público totalmente entregado, a unos perritos que estaban maravillosamente amaestrados, y que nos han tenido totalmente entretenidos y maravillados, haciendo su trabajo como verdaderos profesionales.