Hoy quisiera hablarles de los antiguos cines de verano que han pasado a la historia de nuestro pueblo. Para ello nos situaremos en la primera mitad del pasado siglo XX… allá por los años 40.
En esos años conocimos el “Cine Plaza de Toros”. Aquel era un cine muy especial, que se inauguraba poco antes de las “Fiestas de San Juan”, que tanta resonancia tenían entonces a nivel popular. Yo conocí a varios de sus empresarios, ya que normalmente eran los mismos que regentaban las salas de los cines de invierno, que arrendaba a la misma empresa de las fiestas taurinas.
En aquel cine, la gran pantalla se colocaba más o menos en el centro de la plaza y frente a ella se disponían numerosas sillas plegables, como el patio de butacas en las salas de invierno. Y aunque el precio de la entrada era popular, aún era más económica la de los asientos situados en el tendido. Y la cabina de proyección se encontraba en la zona de toriles, en el lugar donde ahora están situadas las barandillas y los palcos.
Que yo recuerde, el empresario más antiguo de aquel cine debió de ser la Empresa Guerrero, la misma del Teatro Principal. Y su operador principal era una buena persona que tenía un mote muy característico, le llamábamos “Majote”. Recuerdo vivamente que cuando había se producía un fallo en la proyección de la película, algo muy habitual, se producía a unísono un griterío monumental que coreaba aquel nombre: “MAJOOOTE”… ”MAJOOOTE”...
El ayudante de aquel sufrido operador de cinematógrafo, era mi querido y recordado amigo Joaquín Muñiz “Marzo” que le luego sería el gran operador de cine, que conocimos todos y del que un día recordaré largo y tendido.
Entre las películas que hacían furor en aquellos años y que recuerdo… GILDA, de la inolvidable Rita Hayworth, que por esos tiempos de máximo control eclesiástico, se consideraba una auténtica película “porno”… y todo por le escena de desquitarse su famoso guante negro. Se contaba, que los jóvenes de Acción Católica, se ponían en la puerta de entrada del coso taurino para evitar y convencer que no entráramos a los chavales más liberales.
Otra película que también fue muy comentada y celebrada fue… los “TAMBORES DE FU MANCHU”, que recuerdo se componía de tres partes: “Los Tambores de Fu Manchú”, “Fu Manchú ataca”, y el “Retorno de Fu Manchú”.
Series de películas como ésta nos volvían locos a los chavales de mi edad y sus personajes muy comentados entre nosotros. Entre la chiquillería, despertaban gran interés unos guerreros, más que malos, que se llamaban los “dakois”, esperábamos sus capítulos con enorme expectación.
Para animar al público hasta que se llenaba la plaza; los promotores del Cine Plaza de Toros inventaron que un día de la semana, con la localidad, se repartía un boleto con un número, que entraba en un sorteo de un hermoso pavo. Las sillas del ruedo, que eran las más caras, casi nunca se llenaban, pero el tendido... ¡se ponía de bote en bote!.
Más adelante, allá por los años 1950, se abrieron varios recintos que proyectaban películas de cine en los veranos, lo que fomentaría una mayor competencia. Recuerdo el cine que se inauguró en el actual edificio del hoy Centro Filarmónico Egabrense, creo que su propietario fue la familia Galisteo. No sé los años que duraría aquel local, pero no fueron muchos. Era muy bonito, no demasiado grande, pero sí recuerdo que era muy cómodo. Se componía de patio y una terraza como visera, y quiero recordar que el nombre de este Cine era “Ideal Cinema” (este dato me lo ha corroborado recientemente nuestro amigo Rafa Luna).
Imágenes facilitadas por Antonio Muñiz Mesa
Otro de los clásicos cines de verano en Cabra, sería el enclavado en la calle Santa Ana y de ahí tomaba su nombre. Tenía la entrada por esta calle y la salida por la calle Almaraz. Un gran local que resultaba muy cómodo, allí se proyectaron películas muy interesantes de la época, y pasó como con el cine descrito anteriormente, que tuvo pocos años de vida.
Aunque uno de los cine de verano por excelencia y de los que más gustaban a los egabrenses, sin duda fue el “Jardín Cinema”. Su enorme recinto hacía posible que los espectadores, además de estar sentados cómodamente en sus sillas, pudieran tener delante un velador y degustar las buenas tapas y bebida que ofrecía su acreditada repostería. Y disfrutar de una buena película y la frescura de la noche, en aquellos tórridos veranos, con la mucha o poca familia que tuvieras, incluso con un bebé en su cochecito, como era en mí caso. El Jardín Cinema, como muchos recuerdan, estaba situado, en lo que hoy es el conocido supermercado “Mercadona”, con entrada por la calle Priego y salida por la calle del Río.
Y por último, el otro gran cine de verano, probablemente el que tuvo una mayor aceptación entre los aficionados al buen cine en Cabra, “El Cine España”. Este cine se encontraba junto al “Parque Alcántara Romero”, en la actual calle García Lorca. Sería el último de los que dieron funciones de películas las noches de nuestros calurosos veranos. Pero los precios millonarios alcanzados por esos hermosos solares para la construcción de viviendas, en aquella época de la locura de “ladrillo” favoreció inevitablemente su desaparición.
En la actualidad, después del cine de verano que se instalaba en el patio del Colegio de Ntra. Sra. de la Sierra, también junto al Paseo, y como mis lectores sabrán, disponemos de un coqueto cine de verano en el llamado “Teatro Jardinito”, el cual no tiene nada que ver con aquellos nostálgicos recintos veraniegos, de lo que tenemos unos preciosos recuerdos, pero, al menos, conserva esta tradición.
Los que peinamos canas o aquellos que se lavan hermosas calvas, todos… todos, echamos mucho de menos aquellos cines de verano. ¿Por qué será…?