Historia y vivencias de Salvador Guzmán Arroyo (Cabra, 1930-2023) a través de comentarios, relatos, reflexiones y recuerdos personales y familiares...
lunes, 6 de abril de 2020
ANÉCDOTAS AL PASO: EL GUARDIA CIVIL DE BIGOTE
Vengo observando que mi memoria ya me viene fallando, pero me ocurre que las horas de la madrugada, sin embargo, suelen ser bastante lúcidas, aunque duran poco y luego, se me vuelven a olvidar.
Aunque también me sucede, a menudo, que cuando paseo se me agolpan multitud de recuerdos, seguramente porque viendo calles, paisajes o al cruzarme con cualquier amigo o conocido se vienen a la mente sucesos o anécdotas. Y es entonces cuando recuerdo alguna de estas historias que le paso a relatar.
Así, paseando por la Senda de “Enmedio” hace unos días confirmé que los hortelanos de Cabra, verdaderamente, son todos unos grandes artistas, porque además de buenos labradores, son unos expertos delineantes, conocedores del viejo “Almanaque Zaragozano”, y que saben más que el “Tío del tiempo de TV”, y todo esto unido, hace que sean verdaderos “ingenieros de la tierra”. Mirando a derecha o izquierda de este camino recientemente remodelado, a la altura de las Huerta de los “Meinas”…(más bonito que Medina) se abren unos terrenos que maravillan, tanto en el alineado de las hortalizas, como en el riego morisco de unos “almorrones” perfectos, por los que transcurre nuestra cristalina agua regando los vegetales. Y si nos adentramos en los invernaderos, los cultivos bajo plástico parecen luminosos laboratorios, donde todos está controlado. Mi enhorabuena a los hortelanos de mi pueblo. Sin duda herederos de aquellos cultos de los viejos árabe que nos acompañaron durante más de siete siglos, por estas queridas tierras.
Pero la anécdota que les quiero contar me transporta a los años 1937- 1938, cuando en mi casa, la conocida como Fonda Guzmán, además de labor de hospedaje, teníamos una pequeña taberna. Un Despacho de Vinos de elaboración propia, sin mostrador, donde mi padre tenía unas seis o siete viejas cuarterolas, dónde se criaban mostos procedentes de los Moriles, y que iba pasando de una bota a otras botas, hasta conseguir unos “finos” muy acreditados y reconocidos por grandes bebedores de nuestro pueblo.
Pues bien, yo estaba dentro de aquel "Despacho" donde había una pequeñita fuente de mármol blanco en la que lavaba unos pocos de vasos de la clientela, que mayormente eran del barrio del Instituto e Iglesia de la Virgen de la Soledad.
Recuerdo algunas de aquellas personas, como el hortelano Manuel Ballesteros, conocido como “Botillo” (el abuelo de Pilar de Cajasur); el abuelo y los dos hijos de los señores Valle, de la calle Santa Ana, también conocidos como los Pirulos; el Papa Pio, Manuel Oteros Luque; un guardia municipal apodado “Sardina”, que acudía allí cuando estaba fuera del servicio); y … un tal “Chaucha”, que trabajaba en el Matadero Municipal.
Un buen número de personas, todas ellas declarados expertos “catadores” y degustadores de aquel apreciado mosto. Normalmente se sentaban en unas mesitas, del interior de la casa, en una salita baja, sobre el suelo de mármol rojo, sin pulimentar, que tendrían poco más o menos un par de metros cuadrado.
En aquel reducido escenario, andaba yo cantando una cancioncilla de la película que habían puesto unos días antes en nuestro Cine Principal, la de la gran Imperio Argentina y Miguel Ligero, titulada: “MORENA CLARA”, y cuando llegaba a lo de "entró un civil con bigote"… en ese mismo momento, entraba un auténtico Guardia Civil, que solía almorzar en casa, que además tenía un hermoso bigote, de los rizados hacia arriba, y... asomándose al despacho me dice: -¡Oye niño! ¿Qué es eso de un civil y con bigote?...
Yo me c…. en los pantalones y aprovechando un momento de despite, salí corriendo para la cocina a refugiarme en las faldas de Mama Rosa…y entonces el Guardia Civil, que como antes dije, era uno de los que comían en casa a diario, disimulando la risa me siguió y volviéndose de nuevo a mí me dice:-Niño!... ¿Qué es lo que cantabas?. Y yo balbuceando le respondí: - lo de la película… y termina: -¡esta vez lo voy a pasar, pero la próxima vez...!
Les puedo asegurar que ya no volvería más a cantar, aquella inolvidable canción, en toda mi vida.
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