Hace unos días “charlando” por el Facebook, leía bastante interesado unos artículos sobre las acequias de Cabra, que me resultaron muy interesantes. En ellos se describía que las acequias servían para regular el riego de sus muchas huertas, siendo éste un tema que siempre me ha interesado.
Gracias a los comentarios de un amigo, que además fue compañero de trabajo muchos años, Francisco Güeto Bonilla, supe con detalle del riego de las huertas regulado a través de las acequias, ya que sus orígenes familiares estaba vinculados con la huerta egabrense de toda la vida.
En los artículos que leí en internet, que están escritos por unos jóvenes, muy preparados y que abordan el tema con mucha rigurosidad. Aunque no tengo el gusto de conocerlos, creo que esta labor es de agradecer, pues tienen suficiente rigor y conocimientos.
Pero vayamos a la aportación de mi memoria... y que yo recuerde de los años 1930, hasta finales de los 40 aproximadamente:
Frente a una de las dos puertas principales del Parque “Alcántara Romero”, esta que digo es la que, actualmente se encuentra frente al Colegio de Ntra. Sra. de la Sierra. En este lugar, en la parte de su acera actual, había una pequeña acequia, en la que que no paraba de correr el agua en gran cantidad, muy transparente y fresca, que se podía beber con tranquilidad. En ella también cogíamos con la mano unos pececillos negros, que llamabamos “peces cabezones”, que luego serían renacuajos y por último terminaban siendo cantarinas ranas.
Recuerdo que en la misma puerta de la entrada al patio del Colegio, allí mismo, se perdía la acequia, seguramente porque iría ya canalizada y cubierta, para otra acequia mayor.
Sobre esto me informa un buen amigo, Rafael Luna Canela, que se crió en aquellas huertas y que me cuenta, que esta acequia canalizada y cubierta bajaba por la calle Pepita Jiménez, calle Álamos y se conducía hacia el antiguo Sindicato, para unirse de nuevo a otra acequia mayor, llamada del Caz.
El origen de esta acequia no lo sé exactamente, podía venir de las huertas que había por lo que hoy es en el Instituto Felipe Solís, o bien de otra acequia mayor, de la Senda de Enmedio, la llamada del Caz, a la altura de la huerta de los hermanos Güeto Bonilla.
Lo que si puedo afirmar es que los chavales de esa zona jugábamos en aquel bonito riachuelo, que partiendo del inicio de dicha senda de Enmedio, pasaba frente a la Huerta del Colegio y Campo de Fútbol-Chico, hasta la puerta del Colegio antes llamado los Grupos Escolares.
En su trayecto se regaban las huertas de la izquierda de este camino. Mientras las huertas de la derecha, se regaban por la acequia mayor del Caz, puesto que estaban más elevadas.
Recuerdo que todos los años iba con mi padre a un determinado lugar de la acequia, frente al Parque, para coger varias hermosas y ricas setas blancas, que se criaban todos los años debajo de unos troncos de árbol que servían de margen de a la acequia. Estas setas arregladitas por mi madre, Mama Rosa, estaban para chuparse los dedos.
También debo de añadir a este breve relato, que en la puerta de entrada al patio del Colegio Virgen de la Sierra, había una fuente de pila grande (en el mismo lugar donde hoy hay un puesto de “chuches", metro arriba o abajo). Curiosamente, de esta fuente no creo haber visto ninguna foto en ese espacio compartido de “Cabra en el Recuerdo”, que nuestro amigo Rafa Luna Leiva nos viene regalando a diario; y creo que sería muy interesante volver a recuperar, como se está, acertadamente, haciendo con otras fuentes por parte del actual Ayuntamiento.
También debo de añadir a este breve relato, que en la puerta de entrada al patio del Colegio Virgen de la Sierra, había una fuente de pila grande (en el mismo lugar donde hoy hay un puesto de “chuches", metro arriba o abajo). Curiosamente, de esta fuente no creo haber visto ninguna foto en ese espacio compartido de “Cabra en el Recuerdo”, que nuestro amigo Rafa Luna Leiva nos viene regalando a diario; y creo que sería muy interesante volver a recuperar, como se está, acertadamente, haciendo con otras fuentes por parte del actual Ayuntamiento.
En la zona de la parte que pegaba al “Paseo”, que es como llamamos los “cabreños” a nuestro centenario parque, había una acera a todo lo largo, que medía casi tres metros de anchura, toda ella hecha de cemento, y que era conocido popularmente como...“EL PORLA DEL PASEO”. El origen de esta palabra se encuentra en que estaba construida con el entonces moderno cemento del tipo PORTLAND.
Aquel lugar, para los chavales era nuestro propio Estadio Bernabéu. Allí, jugábamos partidos de fútbol con la reglamentaria pelota de trapos o de viejos papeles de periódicos, y con las porterías delimitadas con parte de nuestra ropas, dividida en dos bultos que poníamos en el suelo y que marcaban la distancia entre “poste” y “poste”.
Para ilustrar algo más, a mis queridos lectores, de lo mucho que ha variado el paisaje de Cabra, contaré que en el patio que da entrada al Colegio de Ntra. Sra. de la Sierra se ponían parte de los “cachivaches” importantes de la Feria de San Juan, especialmente los circos, (casi todos los años el conocido Circo “Ferroni”), los Coches Locos, el Pabellón de figuras en movimiento y la Noria del Tío Pepe, al grito de: ¡QUERÉIS MÁS! y que los chavales respondíamos al unísono: ¡MAAAS!...
También eran muy populares las Barquillas de empuje manual que siempre se instalaban en el “PORLA”, junto a muchas casetas de turrón y los recordados juegos de la ruleta de: ¡“A JEREZ POR UNA PERRA GORDA...!
Recuerdos de acequias y juegos infantiles, que espero les haya gustado, y que nos transportan a otro tiempo...
Si. Me a gustado. Graaaacias.
ResponderEliminarSi. Me a gustado. Graaaacias.
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