domingo, 19 de julio de 2015

VENDEDORES AMBULANTES y OFICIOS DESAPARECIDOS


Los tórridos veranos en Cabra, en mi casa de la Fonda Guzmán, los pasábamos en el portal, que era el sitio más fresco.

Por la siesta, allí ponían la tertulia parte de los hospedados, entre ellos mi cuñado Rafael Mesa Fernández, Francisco Llamas, Niceto Diana, Fernando Andrade, Alejando Navarrete, Manuel Gálvez, y parte de la familia, como mis hermana y hermanos: Carmen, Pablo, Isabel, Manolo, y algunos más.


Yo acostumbraba de vez en cuando a llevarles vasos de agua… vasos limpísimos de agua cristalina, que manaba las 24 horas por el caño de la fuente del patio, que era un simple tubo metálico, sin grifo ni demás “zarandajas” de corte, y  que para que no sonara tenía una tabla en declive o una cuerda que atenuaba el ruido del chorro de agua.

Y entonces sucedía. A media tarde el silencio se rompía con la fuerte y sonora voz de nuestro querido Vicente Verdú,…“el Ché”, pregonando su riquísimo helado, transportado en un carrito de dos rueda con sus brillantes tapaderas de cucurucho resplandeciente como la plata.


Una de sus paradas era en la puerta de la Fonda, en la que entraba a dar las buenas tardes… yo le arrimaba un vaso de fresca agua, que me agradecía, y él nos regalaba con un trozo de canción de zarzuela o de un tango, con su magnífica voz.

A finales del verano y en los primeros meses del otoño, por las calles de Cabra, se escuchaban muchos pregones, que anunciaban productos que llegaban hasta nuestras casas. Entre muchos, estaban: los barquillos de canela, las patatas fritas en bolsas de papel, los amoladores de cuchillos y tijeras con su toque de la típica flauta… y recuerdo uno muy original que ofrecía:

¡¡El barquito que navega con  alcanfor… En un plato o fuente con agua… Él solo y vale una peseta, y… dos, un submarino… día y noche navegandooo!!

En cuanto a oficios que entonces eran muy habituales estaban, las barberías, los zapateros… prácticamente se han perdido o casi perdidos muchos de ellos. Y en Cabra había verdaderos artistas, como los latoneros, las herrerías para calzar herraduras de animales de carga, corseterías, peinadoras a domicilio, silleros... como el padre de mi recordado amigo Vicente Roldán. 


Todos artesanos locales, famosos en toda España, como acreditaban los agentes comerciales, que pateaban todos los comercios del pueblo a diario.

Es comprensible que el devenir de los tiempos se impone; hoy se trata de producir y de economizar, al mismo tiempo. Y por tanto se imponen nuevas formas de ventas, grandes superficies que destrozan al pequeño comercio, o las ventas por INTERNET, un nuevo sistema de compraventa que en los próximos años se impondrá de una forma colosal.  

  

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