jueves, 15 de junio de 2017

D. Manuel González-Meneses Jiménez


Don Manuel González-Meneses Jiménez, fue un ilustre Catedrático de Matemáticas, además de farmacéutico. Nació en Almonaster la Real, en la provincia de Huelva en abril de 1883. De allí era su padre, director de Minas en aquella zona, pero cuando tenía pocos meses su familia se trasladó a Sevilla.

Dotado de una inteligencia extraordinaria terminó el Bachillerato con 13 años y la licenciatura de Ciencias Exactas con 18 años, con brillantes notas de sobresaliente. Obtuvo el número uno en las oposiciones para ser Catedrático de Matemáticas de Institutos, eligiendo Huelva como primer destino y donde estuvo durante tres años, y en octubre del año 1903,  vendría por traslado a nuestro Instituto de Cabra.

Convencido de que su llegada a nuestro pueblo sería una situación provisional y con el propósito de marcharse en el primer concurso de traslados que hubiera, aquel joven profesor de matemáticas quedo atrapado por el encanto de nuestro pueblo, y aquí se quedó para siempre.

En 1916, fue nombrado Director del Instituto y Rector del Real Colegio, cargos en la que desarrolló una labor brillantísima, que elevaron a estos Centros a una altura jamás conocida. Se reunieron hasta 240 alumnos internos. 

Tuvo la valiosísima colaboración de un plantel de eminentes catedráticos y profesores y con ellos participaba en frecuentemente conferencias científicas y de arte; se hacían excursiones instructivas; se cuidó la educación musical de los colegiales, con audición diaria de música clásica y moderna; se proyectaban semanalmente películas instructivas, de recreo; los alumnos se bañaban obligatoriamente cada semana; etc… 

Estos y otros modernos métodos didácticos, hoy son corrientes, pero entonces eran desconocidos en España al margen de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid, de los que tomaba inspiración. 

A los 41 años de edad se hizo farmacéutico, curso la carrera por libre en tan solo dos años y abrió en nuestro pueblo una oficina de farmacia y un modesto laboratorio de especialidades.

Fue galardonado con la encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, por méritos a la enseñanza.


Como aficiones cultivó el dibujo a plumilla, realizando obras verdaderamente maravillosas; tocaba el violón con una notable perfección; y en fotografía y en cine aficionado consiguió muy buenos frutos. Puede decirse que destacó como un maestro en todo lo que emprendía, pero por encima de todo, en todo lo que hacía ponía su amor a Cabra, donde falleció en febrero de 1946, cuando aún no tenía 63 años de edad.

Tuve el honor de recibir sus magníficas clases de matemáticas durante el primer Curso de Bachillerato, en el curso 1941/1942 creo recordar. Sus clases eran una gozada, tanto por su forma de impartirlas, como por el hecho de que nos contaba  historias o anécdotas que nos tenían “embobados” durante horas. En realidad aquellos relatos no eran de matemáticas pero se relacionaban, de algún modo con esta materia, que para mí resultaba bastante antipática, pero que con su forma particular de enseñar… eran de mi gusto.

Recuerdo sus costumbres o “manías”, como cuando fumaba en sus clases sus característicos cigarrillos. Hay que decir, que Don Manuel era un fumador de esos que se llamaban de “1ª División”…de tres goles… paquetes de tabaco, que me parece recordar eran de los llamados IDEALES, que venían liados y emboquillados. 

Don Manuel tenía la costumbre de liar encima de cada pitillo un papel de fumar, como si fuera una bandera y, a cada calada, lo miraba conforme se iba consumiendo… paladeándolo con mucha parsimonia y cuando esta banderita se quemaba, entonces, rápidamente, encendía otro cigarrillo.

Los chavales lo veíamos esto como una rareza, pero he pensado después que aquella rutina, quizás sería para evitar la “colilla”, que era creencia, de entonces, que tenía una mayor cantidad de nicotina. 

Don Manuel González-Meneses era un hombre de una inteligencia privilegiada, lo vemos en su biografía que he tomado del semanario “El Egabrense” que su sección dedicada a “Hombres y Mujeres de Ayer y de Hoy” relata detalles de su vida.

Y en mi memoria siempre recordaré su clase, que estaba en el primer patio del Instituto, entrando a la derecha y que ahora es el Patio del Museo. Y en este patio, se situaba también a la derecha, frente a la clase de Dibujo, de don Agustín Pérez-Aranda y el aula de Preparatoria de don Francisco Molina, ambos profesores de aquella añorada época.

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